Por Nicholas Avedon
Cuando William Gibson publicó Neuromante en 1984 no se imaginó el impacto que iba a tener en la historia. Ni él ni nadie. Han pasado casi 40 años y todavía nos estamos preguntando si el ciberpunk ha muerto o estamos empezando a vivirlo en nuestras carnes.
La literatura de Gibson nunca ha sido fácil, es de esos escritores al que el lenguaje se le queda corto y por eso para disfrutarlo de verdad, hay que observar con atención lo que ha escondido en la historia a través de los agujeros que deja entre las oes. Es fácil dejarse engañar por el recurso fácil de la violencia o la tecnología punta adaptada hasta para el más miserable buscavidas. Putas, hackers proscritos y cazarecompensas. Podría ser un western futurista, podría ser ciencia ficción a secas o simplemente una historia de acción más. Podría ser, sí, pero si miramos bien, veremos que detrás de la historia hay una dimensión escondida, lo que algunos acertaron a llamarlo fenómeno cultural.
Internet, la realidad virtual, la deep web y lo que queda por venir: la desaparición de las naciones, implantes neuronales para conectar la consciencia humana con los ordenadores y la aparición de megacorporaciones que instaurarán un poder feudal en el planeta. La comercialización del alma y la humanización de las máquinas: la inteligencia artificial reclamando su lugar en el mundo utilizando los pecados de la humanidad contra ellos mismos: codicia, poder y egoísmo.
El ciberpunk esconde una filosofía nihilista y punk entre sus afiladas páginas. Una filosofía que cada día que pasa se transpira más hacia el aquí y el ahora, por eso el ciberpunk no ha muerto si no, que como las brasas, sigue guardando el calor para llevar la realidad hasta el punto de ebullición.
El ciberpunk se nutre de una extraña mezcla de literatura pulp de los años 50 y 60, ciencia ficción y las influencias de Allen Ginsberg y la generación Beat. El primer relato ciberpunk lo escribe Gibson en 1977: “Fragmentos de una rosa holográfica”, un cuento poliédrico y demasiado lírico para encajar en la ciencia ficción, ni siquiera en la nueva ola que se estaba gestando con Ballard, K. LeGuin y Farmer. Si la nueva ola de la ciencia ficción de los 70 tenía el postmodernismo como guía, el ciberpunk es individualista, violento y nihilista. El ciberpunk no ofrece una respuesta para desmontar las estructuras de poder, sino que asume que el capitalismo será devorado por sí mismo, y el ser humano sobrevivirá como ha hecho siempre: adaptándose.
“La lluvia era amarga y ácida, casi del color de la orina…
Durante tres años vivió con su grupo en una residencia, cantando cada mañana, en formación, los himnos de la empresa, y por lo general arreglándoselas para saltar la cerca al menos una vez al mes, para buscar chicas o ir al holódromo.
El aprendizaje habría terminado al cumplir su vigésimo aniversario, con lo cual habría quedado como candidato a la condición de empleado con contrato. Una semana antes de cumplir los diecinueve, con dos tarjetas de crédito robadas y una muda de ropa, saltó la cerca por última vez. Llegó a California tres días antes de la caída del caótico régimen neosecesionista. En San Francisco, grupos de vándalos gobernaban las calles. Alguno de los cuatro distintos ayuntamientos «provisionales» habían acumulado reservas de alimentos con tanta eficacia que era casi imposible conseguirlos en la calle.”
(extracto de “Fragmentos de una rosa holográfica”, de William Gibson, 1977)
Existen tres aspectos que siempre están presentes en cualquier obra ciberpunk: un universo distópico, una oligarquía mundial compuesta por megacorporaciones y la presencia de alta tecnología en todas las capas de la sociedad, dando lugar al lema: “high tech, low life”.
En la mayoría de obras ciberpunk aparecen tres aspectos más: inteligencias artificiales, drogas y violencia extrema. En las mejores obras del género verás aparecer esos seis aspectos en combinaciones diferentes, junto con algunos como la inmortalidad o el (des)amor.
Ocho libros para iniciarse en el ciberpunk
La mejor manera es comenzar por las historias cortas de Gibson, contenidas en el recopilatorio “Quemando cromo” (Burning chrome) que contiene pequeñas joyas como la mencionada “Fragmentos de una rosa holográfica”, “New Rose Hotel”, “Combate aéreo (Dogfight)”, “Quemando cromo” o “Jonny mnemonic”, una historia con ropa deportiva, armas y mucha sangre que podía haber firmado perfectamente Tarantino o Danny Boyle.
Desde aquí podemos pasar a la obra que comienza la era del ciberpunk: “Neuromante”, inmediatamente después deberíamos leer “Conde cero” y “Mona Lisa acelerada”, que completan la trilogía del Sprawl de William Gibson. Personalmente me gustaron más las dos últimas que Neuromante.
Quizás hayas oído que Neuromante es durillo, y es cierto, por eso, si no quieres atascarte, puedes seguir leyendo los siguientes libros de la lista, quizás más fáciles de digerir. Si te gusta el ciberpunk, créeme, volverás sobre tus pasos para leer a Gibson como lo hice yo.
Carbono Alterado, de Richard Morgan es quizás mi favorito. Al contrario que Gibson, no tiene una prosa rebuscada y huye de efecticismos literarios para sumergirse de lleno en un mundo brutal y deshumanizado pero que funciona desde la primera página. Carbono Alterado contiene una nueva y fascinante premisa, ¿qué pasaría si pudiéramos traspasar la consciencia de un cuerpo a otro?
Ready Player One, no es ciberpunk exactamente, pero es una forma excelente de demostrar a aquellos que dicen que el ciberpunk no ha evolucionado desde los años 80 que están totalmente equivocados. Quizás no se trate de hackers, pero sigue habiendo megacorporaciones y personas con habilidades técnicas especiales que pueden… no sigo hablando. Tendrás que leer una de las mejores novelas de la segunda década del siglo XXI.
Hardwired, es un representante menor de ciberpunk, pura acción, puro ambiente, pero que quizás te sepa a poco. Puede servir de aperitivo para obras más densas.
Cuando falla la gravedad, es otra de las obras que se podrían considerar imprescindibles dentro del género y que cierra este breve listado.
Manga ciberpunk
Antes de dejar las letras completamente, pasaré al manga, con tres exponentes clave del Ciberpunk nipón. Hablamos de Akira, Ghost in the Shell y Alita. Los japoneses incorporaron del sintoísmo un nuevo sabor del ciberpunk anárquico de los 80 haciendo hincapié el alma de las máquinas. Sobra decir que ninguna de las adaptaciones de cine recientes hacen justicia al manga original (ni tampoco al anime).
Cine ciberpunk
Si quieres alternar lectura con películas Ciberpunk deberías empezar por la última, Blade Runner 2049, que revisa un clásico y plantea dilemas nuevos, con una fotografía inigualable. Luego, para variar, puedes ver el Blade Runner original del año 82. Cambiar el orden quizás te de una perspectiva más fresca.
Chappie, una película del director sudafricano Blomkamp también es una excelente candidata.
Dredd (2012). Quizás no sea puro ciberpunk pero si algo caracteriza al movimiento punk es su falta de purismo.
Robocop (1987). No hay nada más ciberpunk que una policía privada que utiliza seres humanos como hardware para implantar su propio software… hasta que éste se vuelve contra ellos. Paul Verhoeven es dios, además del director de cintas tan maravillosas como esta.
La televisión nos está dejando últimamente verdaderas joyas, como la adaptación de Carbono Alterado de Netflix, la miniserie Black Mirror, o una serie netamente ciberpunk y desconocida para la mayoría, firmada además por dos directores españoles: Incorporated.
Si queréis mezclar space opera con Ciberpunk, sin importar las consecuencias, os recomiendo dos de las mejores series de este siglo: Caprica y The expanse.
Algunos enlaces para seguir aprendiendo de ciberpunk
NicholasAvedon.com, el humilde blog de un escritor ciberpunk.
Cyberpunk database. Impagable base de datos llena de libros y películas.
Categoría Cyberpunk de Goodreads